Demasiado ruido en Intervida
La noticia saltaba a ayer y era recogida con gran despliegue por los medios de comunicación: Fundación Intervida era intervenida por la Generalitat de Cataluña y sus sedes eran registradas por la policía. Bienvenidas sean, en principio, todas las medidas que sirvan para clarificar la situación de esta ong, investigada por un presunto desvío de fondos. Sin embargo llama la atención el espectáculo mediático montado alrededor de este registro, con imágenes de policías llevándose cajas de la sede de Intervida como si de una operación antiterrorista se tratase. Contrasta este ruido mediático con el secreto sumarial decretado por la titular del juzgado número 17 de Barcelona.
También llama la atención la inmediata rueda de prensa de la Consejera de Interior de la Generalitat para anunciar que la ong era intervenida y que se estaban buscando tres administradores para que se hicieran cargo de la tercera ong más importante del país. El es todavía más sorprendente a la luz de algunas informaciones, como la que apunta el diario El Mundo, respecto a un escrito que el fundador de Intervida, Eduardo Castellón, habría enviado a la juez la semana pasada a la juez ofreciéndose a declarar y facilitar toda la documentación necesaria para el esclarecimiento de la situación que atraviesa la ong. En cualquier caso, los métodos de escandaloso sensacionalismo con el que esta siendo tratada la crisis de Intervida suponen un daño irreparable no sólo a la entidad, sino también a todo el entorno de la cooperación. Sería deseable un poco más de tacto y cautela a la hora de tratar una investigación que podría suponer el fin de muchos proyectos de cooperación en algunos de los países más pobres del mundo. Las familias y los niños a los que ayuda esta organización se merecen algo más que un espíritu justiciero. Si alguien se ha llevado dinero, que sea juzgado y lo pague, pero que no cunda el pánico y haya que cerrar proyectos de cooperación, imprescindibles para miles de seres humanos.