viernes, 1 de junio de 2007

Pistas para el debate
Esta semana el periódico murciano La Verdad ha publicado un artículo en su tribuna que firma Carlos Gómez Gil, profesor de la Universidad de Alicante. El acierto del texto se debe a su oportunidad y a algunas ideas que expone, evidentemente provocadas por la reflexión, cosa que siempre es de agredecer. Acostumbrados a leer más artículos amarillos que textos periodísticos responsables parece que finalmente las voces más serias van ganando espacio de los medios, aunque sea lentamente.
La tesis del profesor Gómez Gil es acertada y clara: el modelo que las ONG quieran establecer para hacer frente al futuro con credibilidad debe salir del debate que estas organizaciones sean capaces de crear. La solución está precisamente en sus manos y es de tipo ideológico: qué es lo que define a una ONG y por tanto, cuál es la esencia que le permite existir y mantenerse. Los decálogos éticos y las auditorías vendrán después. O más exactamente, serán una consecuencia. No una dudosa etiqueta para establecer quienes son los buenos y quienes los malos.
Resulta ilustrativo el retrato que el profesor Gómez Gil hace de las ONG de aquí: entidades jóvenes que se han multiplicado y adolecen de una excesiva dependencia de los recursos públicos. No se trata de una moda pero casi: la solidaridad como producto de márketing evidentemente se deshace ante cualquier crisis. SIn una sólida base de principios y un objetivo definido se pierden esfuerzos y llega el bajón. Y lo que es peor: los que debían recibir ayuda no la reciben o la reciben mal.
El mismo nombre que define a las ONG da las claves de su esecnia: Organización No Gubernamental. La famosa sociedad civil que tantas veces hemos oído es, en los países que nos llevan años de ventaja, el motor de esas organizaciones. Lo que los estados no proporcionan porque no quieren o porque no pueden, los ciudadanos lo trabajan para hacerlo realidad. Un estado no puede ser filantrópico, una persona si. Un ser humano puede saltarse su religión, sus ideas y sus prejuicios con el fin de ayudar a otro ser humano en situación menos afortunada o trágica. Por ahí deben ir los tiros.
Para más información, el artículo al que nos hemos referido se publicó el día 28 de mayo en La Verdad de Murcia.

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