Uno de los mayores problemas de los departamentos de comunicación de las ONG es la falta de medios que canalicen su información, sus denuncias y, sobre todo, su trabajo de sensibilización a la sociedad en la que recaudan sus fondos. Por eso tradicionalmente estas entidades han dirigido sus estrategias a buscar huecos noticiables con “perchas” de actualidad como los días internacionales (contra el abuso infantil, de la población indígena, día internacional de la infancia, etc.). Tradicionalmente se les ha criticado esta actitud afirmando que son tretas para recaudar dinero y captar socios; como si la captación de socios para apoyar acciones humanitarias fuese amoral o ilegal.
En los últimos tiempos la cosa ha ido a peor. Fruto de la actitud inmovilista de algunas entidades como la Coordinadora de ONGD, de las estrategias competitivas de las ONG, y de la recientemente bautizada como “guerra de las acusaciones” entre diversas entidades y sectores de la cooperación internacional española. Se ha creado un caldo de cultivo entre la opinión pública que propicia la perdida de credibilidad en un sector que sobrevive únicamente gracias a ella.
Buena parte de los medios de comunicación, especialmente los vinculados al grupo Prisa, han aprovechado filtraciones interesadas y denuncias anónimas de escaso fundamento para publicar una serie de noticias de corte absolutamente sensacionalista que están creando un grave daño a las imagen de las ONG españolas en general. Primero fueron las acusaciones sobre tratos de favor a entidades como CIPIE (Fundación Iberoamérica-Europa) o Fundación Humanismo y Democracia, ambas vinculadas indirectamente con el PP; o Solidaridad Internacional, vinculada a líderes del PSOE. Después vino el caso ANESVAD, con la detención de su presidente por desvío de fondos y de remate llegó la cascada de acusaciones contra Intervida, investigada por la fiscalía de Barcelona, en un largo y tortuoso proceso en el que se han mezclado las sospechas con las acusaciones no probadas.
El último y doloroso capítulo de este sensacionalismo periodístico que se ceba en la ONG es la información que hoy mismo publica El País, en la que una ex senadora de Tailandia acusa a trabajadores de varias ONG de abusar y violar a niños de su país. La acusación es tan grave y se sustenta en tan pocos datos (la senadora no aporta los nombres de las organizaciones acusadas ni el número de casos) que sorprende el tratamiento casi amarillista del asunto. Evidentemente se impone una investigación y una condena severísima si se prueban las acusaciones, pero estamos de nuevo ante una situación de linchamiento informativo que supondrá un nuevo descrédito generalizado para un sector que depende su imagen y su credibilidad para trabajar en la línea de lograr, nada más y nada menos, que un mundo mejor.
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