Calma chicha
Después de la tormenta viene la calma. Un mes después de la ola mediática contra las ONG's Intervida y Anesvad y de una sistemática campaña en principio a favor de la transparencia y honestidad de las ONG's en general parece que estas cuestiones se hayan volatilizado de la agenda pública. En efecto, después de los ríos de tinta nos encontramos en el dique seco: la punta morbosa de la cuestión pierde fuelle y por tanto se va desvaneciendo. Pero las cuestiones siguen ahí. No sólo de malas noticias vive el hombre. Las bondades y el trabajo que llevan a cabo todas las ONG, sean "de las buenas" o "de las estigmatizadas", sigue día a día. Porque los desastres en el mundo, lamentablemente, no desaparecen. En el norte nos ponemos a leer periódicos y a escandalizarnos con cierta hipocresía mientras en el sur, las crisis y las situaciones límite siguen. Darfur, el Líbano, Irak... la tragedia sigue día a día y la muerte ronda a los más inocentes e indefensos. Las lacras endémicas del continente africano no han desaparecido: el hambre, el Sida, la desertización. Esta semana hemos sabido que Nigeria ha demandado a la farmacéutica Pfizer por un ensayo clínico que mató a 11 niños: un experimento ilegal mató a esos niños y dejó con secuelas graves a decenas de ellos en el año 2000. Pfizer alegó "urgencia humanitaria" y sin informar a las familias de los pequeños, se aprovechó de su enfermedad para utilizarlos como cobayas. ¿Recuerdan "El jardinero fiel" de John Le Carré? La realidad siempre supera la ficción.
Y otro ejemplo: España acaba de revelar por primera vez a qué países vende armas. Para las ONG ello resulta insuficiente ya que el informe del gobierno no dice cuántas armas vende, con lo que se esconden aquéllas que van a países en conflicto o que vulneran los derechos humanos. Justícia i Pau ya ha revelado que según aduanas figuran como receptores de armas españolas Angola, Colombia, Ghana y Líbano.
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