lunes, 25 de junio de 2007

La letra y el espíritu
La Federació de ONG catalanas y el Govern de la Generalitat andan un poco a la greña. A punto de entrar en el Parlament el plan director 2006-2010 sobre las prioridades de la cooperación catalana y cómo van a aplicarse los recursos, las ONG temen que en el actual trámite de enmiendas por parte de los partidos políticos se podría llegar a rebajar el contenido regulador de dicho plan. En resumidas cuentas, las ONG que más ayudas reciben de los fondos de la administración catalana temen que las subvenciones que reciben sean menores que en el anterior plan director. En la noticia que publicaba La Vanguardia el pasado sábado día 23/06/07 se explicaban estas circunstancias pero en el mismo texto cualquier lector podía encontrar la clave del tema en las declaraciones de David Minoves, director de Cooperació del govern catalán. Minoves venía a decir que el govern, además de subvencionar a ONG, ve importante subvencionar a entes locales, asociaciones juveniles, colegios profesionales, sindicatos, universidades, todo ello siempre en iniciativas de cooperación. Es por eso que las ONG hablan de un uso partidista de la ayuda oficial. Y es verdad. Pero también es verdad que los entes locales, las asociaciones de jóvenes o profesionales, además de tener iniciativas solidarias tienen sobretodo miembros que pueden ser futuros votantes. Y ahí está el meollo de la cuestión.
Resulta lógico que las ONG reclamen lo que entienden que se han ganado, el 0,7% famoso, pero resulta también lógico que el tripartito que gobierna la Generalitat se las ingenie para permanecer en el poder. ¿O es que hay algún gobierno que no lo haga?
El verdadero problema es el raquitismo crónico al que tarde o temprano desembocarán las ONG, catalanas o vascas o gallegas o de Cantabria, si siguen dependiendo en tan grande medida de los fondos públicos. El buscar modos de financiación privados no sólo es necesario y urgente para la supervivencia económica de las ONG y por tanto, de sus compromisos, es la única vía que asegura de verdad su libertad para ejercer la solidaridad sin tener en cuenta al poder político. La independencia, la aconfesionalidad, el no-partidismo no sólo son deseables, son imprescindibles para cumplir seria y eficazmente con los retos que el mundo actual plantea a las ONG. Sólo siendo independiente del poder se es realmente libre.
Ese era el espíritu, ¿no?

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